Walking dead


Escribo medio muerta, con pocas horas de mal sueño y no parar. Os adelanto que esta semana está siendo horrenda.

La semana pasada hicimos uno de los viajes que más ganas tenía de hacer: Viena, Bratislava y Budapest.

El martes nos metimos en un bus a las 5 de la mañana para llegar a Praga, recoger a Hanh y tirar hacia Viena. He de admitir que Viena es preciosa, y cara, pero que merece la pena. Las dos noches que pasamos allí estuvimos en un apartamento que era un palacio, muy señorial a lo vienés. Pero sin duda, lo que más me emocionó de estar allí era estar en la misma ciudad de uno de mis pintores favoritos: Gustav Klimt. A pesar de todos los artilugios que encuentras con su obra, poder ver en primera persona El Beso o las Serpientes del Agua ha sido pletórico. Me quedo con la espina de no haber visto cada una de sus obras que había en la ciudad.


Sin duda, Viena es un espectáculo, se nota el tonillo imperial y señorial de sus calles. El frío y la lluvia nos acompañó mientras recorríamos los jardines del palacio de verano, feeling like Sissi por ahí, todo hay que decirlo. Y con las botas machadas de barro y la poca vergoña que nos caracteriza, nos pusimos en la cola para entrar en la ópera por 4€. Y ahí que estuvimos en un sitio genial, con las botas manchadas viendo un pieza de ballet. 4€ por entrar en la ópera y sentirte una señorita, a pesar del sudor, del barrio y del cansancio. Y de ver el ballet de pie. Pero mereció la pena.


Sin mucha pena por el mal tiempo, ni emoción por el destino, nos fuimos a Bratislava. Solo estuvimos unas horas allí y no teníamos altas espectativas, o espectativas en general. Que te digan unas cien veces que Bratislava es horroroso, que no merece la pena, que menos mal que solo vamos unas horas... Pues no ayuda.


He de decir que no es tan feo ni tan horroroso. Es verdad que comparándolo con Viena o Budapest no es ná de ná, pero tiene sus tiendas chachis, sus edificios graciosos y su castillo. Hicimos parte del free tour que resultó ser un poco ñordo. Si vais a Bratislava, tenéis que buscar una tienda de ropa de segunda mano que está en una boca calle del centro, tiene unas cosas que son lo más. Una pena no haber tenido suficiente cash para llevarme un souvenis.

Tras pasar la mañana y comer en Bratislava, nos fuimos a Budapest. Llegamos a eso de las 21.30 y el primer impacto fue chocante. Una ciudad llena de gente, de comida, de olores... El bullicio al salir del metro para ir al hostel me impactó. Para mí, es la mezcla perfecta entre el estilo señorial de Viena y el estilo de vida de Turquía. Los edificos y la ciduad en sí es preciosa, pero sin ese aire de malas caras y seriedad de centro europa. Al revés, la gente y el alma de Budapest me recuerda a Turquía o a cualquier otro país del Mediterráneo: gente por las calles, puestos de comida, bullicio, calles repletas y, por qué no decirlo, algo de suciedad también. Pero esa suciedad que mola, no os imaginéis cosas raras.


En Budapest nos quedamos tres noches en un hostel en pleno centro. Nos dedicamos a recorrernos Buda, Pest e ir a las termas con un tiempo que parecía que estaba en mi Sevilla de mi arma, con su calorcito y sus manguitas cortas. La primera noche, nada más llegar, comimos algo y salimos por una calle de bares y pubs cerca del hostel. Todo llenito de gente y con música comercial. El resultado? Acabamos en un bar español reconvertido en pub por la noche, bailando reggetón antiguo y meándonos en  general de las belly dancers y los chulo playas británicos.

El primer día en Budapest nos perdimos por Pest, que es lo más. Fuimos por la orilla del río, llegamos al parlamento y nos perdimos viendo sus edificios. Por la noche decidimos intentarlo en algunas de las discotecas más famosas de allí pero las colas nos echaron para atrás. Así que fuimos a un antiguo edificio reconvertido en discoteca. Nada más entrar tienes dos escenarios o salas con diferente música, comercial chunga y comercial shashi. Al entrar en el edificio en una de las salas llegas a la zona de electrónica. Sin duda, este sitio era lo más guay que he visto en mucho tiempo, con muchísimo rollo. Y españoles a la caza, que también es pa mearse.


Al día siguiente fuimos a Buda. Si algo hemos hecho en este viaje, ha sido andar. Subimos al palacio, fuimos a la iglesia, bastión de los pescadores, etc. Intentamos hacer el free tour pero no tuvo mucho efecto así que de nuevo nos perdimos por ahí. Pretendíamos ver la puesta de sol en el bastión de los pescadores pero nuestra torpeza nos hizo acabar viéndolo en el palacio, que tampoco estaba mal. Para acompañar llevábamos cervezas y vino.

Por la noche, muertas, fuimos algunas a beber una cerveza en una plaza cerca del hostel donde estaba todo el mundo haciendo botellón. Allí un budapesiano vino a darnos charleta y de nuevo comprobamos que Budapest mola demasie.


Y nuestro último día lo pasamos, algunos, en las termas. No sabía si merecería la pena ir, pero después de andar kilómetros y kilometros no pudimos hacer nada mejor. El bus salía a las 22.00 así que fuimos a comprar por la mañana y a las termas después de comer.

Mientras comprábamos souvenirs y comida entramos en una tienda de fotografía que vendían cámaras antiguas. Me pillé una cámara rusa manual preciosa, con su funda y carrete y por 10€. Sin duda, el mejor souvenir de Budapest.

Después de comer en un festival gastronómico situado en el parque de la plaza de los héroes, fuimos a las termas. Nos costó entrar unos 14€. Había mucha gente pero merece la pena vivir esa experiencia, al menos para mí que nunca había estado en un sitio así. Tienen tres piscinas al aire libre, con distintas temperaturas. Cuando entras en el edifico encuentras más piscinas de distintas temperaturas, de agua termal, y salas de saunas de diferentes tipo. Lo probamos todo y terminanos yendo a la estación de bus en modo zombie. Para repetir pero para estar el día entero allí metidos.

Tras comer un bocata nos metimos en el bus camino a Cracovia, donde cogeríamos otro bus que nos dejó en Wroclaw a las 9.30 del lunes.

Un viaje esperado y que ha superado mis espectativas. Tengo muchas de volver a Viena, pero con más dinero, y de vivir en Budapest. Budapest ha sido mi descubrimiento y, junto con Praga, son mis ciudades favoritas de todas las que he visitado.


Besos en la fiente.

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