Weirdo

Nueva semana off, sin clases pero dándole mucha caña de lomo al tfg. Mis amigas no paran de decirme que no entienden como puedo estar haciéndolo en mi Erasmus. Yo no me canso de decirles que no hay otra opción.  "Maria? Reading articles as always!"

Primera semana con 22 años en lo alto. No hay muchos cambios, sigo resistiéndome a aceptarlo. Al menos es un número capicúa. Oye, algo es algo.

El miércoles nos fuimos Jelena y yo de locas a Reset. Y recalco el "de locas" porque cada vez tenemos más claro que ese tipo de clubs no son lo nuestro, que la danza kuduro y Enrique Iglesias no nos pegan, y que la vida de la media de los "erasmus student" difiere un pelín de nuestra visión del concepto. Eso no quita que nos plantáramos allí después de unas cerves en mi habita con Tamam como dj y sus canciones árabes corta venas.



Y entramos en Reset con el único objetivo de mearnos de la gente. Es chachi ver como, saliendo de tu zona de confort y tu gente, encuentras a personas de otros países, con otras culturas pero que comparten un mismo estilo de vida que tú: el mearse de todo el mundo. Solo nos teníais que ver a las dos, haciendo batallas de baile en aquel lugar, con collares de flores hawaianos en la cabeza (aun sigo sin entender el por qué de esos collares), tocando cabezas ajenas y observando el percal. No tiene precio.

El jueves, después de volver a leerme otra tira de artículos, me di un paseo por la vera del río Odra. Aquí es primavera porque los árboles, que estaban pelados, empiezan a tener hojas y flores, pero la temperatura sigue siendo el invierno sevillano.

Esa noche salí a tomarme unas cervezas con Vissa y sus amigas que habían venido de visita. Que soy griega, dicen. Y que soy la mitad de Vissa. A mi ella no hace más que recordarme a Luisa, la misma mente loca, la misma cara, la misma filosofía. Aunque un poco más rebelde y sentía, todo hay que decirlo.

Fuimos a Czupito, donde probé 4 nuevas combinaciones aconsejadas por el camarero, que solía tener una preciosa barba pelirroja y ahora tiene la cara de un infante puberto de 12 años. Después de Czupito nos fuimos al que está siendo nuestro bar: Kalambur.

No sé si he hablado ya de este local pero me fascina. Es una cafetería de día, con decoración modernista. De noche apagan las luces, ponen una mesa a modo de escenario y pinchan música. No esperes encontrarte los últimos éxitos de Los Cuarenta, aquí se escucha toda clase de buena música desde los 50 hasta los 80-90. Con suerte algún día pinchan electrónica bastante chachi. Y todo esto a oscuras, mientras lo camareros de vez en cuando deciden ser gente de audiovisuales y te van encendiendo y apagando las luces al ritmo del beat que suene. Y la media de edad son 30-40 bastantes drogados. Y la gente fuma dentro aunque esté prohibido. Y todos bailan como les sale del alma, sin prejuicios. Y te invitan a bailar cual pedida de prom americano, con reverencia y todo.

Los polacos no saben de baile y son la mar de siesos pero de vez en cuando te encuentras alguno simpático. Como el dueño de Kalambur que esa noche se nos quedó mirando a Vissa y a mí, que esperábamos para pedir. Nos preguntó de dónde éramos y qué íbamos a pedir. "wino" como repuesta. Nos dió las copas y nos dijo que nos invitaba porque era el "fucking owner of this bar". La mar de apañao el señor con sombrero, la verdad.

Y el viernes llegó el cumpleaños de la pequeña del equipo. Jelena cumplió 20 y le prepamos zapiekankas caseras a falta de pizza. No teníamos mucha esperanza de esta creación pero nos salió bastante delicioso.

Luego fuimos a pasear y a una de las islas a beber zumo, porque así somos nosotros. El tiempo no acompañó demasiado porque hacía un frío que pelaba así que nos volvimos y compramos el sustento para esa noche.


Hicimos pre drinking, o botellón español de toda la vida, en el pasillo de la tercera. Jelena invitó a algunos de los compis internacionales anuales de la uni. La reunión de la ONU empezó: España, Croacia, Grecia, Bangladés, Mongolia, Turquía, Palestina, Ucrania... Cada vez que pasaba alguien le invitábamos a unirse a la danza. Música de todo tipo aderezada con cerveza, vino o ginebra según gustos. Nuestro amigo Max trajo una bandeja de sushi de la que no me despegué y me enseñaron a comerlo de la manera oportuna (el propio cocinero del sushi, compi de Max, me enseñó).

Y la ONU se fue a Kalambur (sorpresa!). Y verlos danzar era para mearse, con Ahmed y sus chillidos de alegría intercalados con movimientos protectores a su amada Jelena. Aunque el problema de estos sitios es que no todos le pillan el gustillo, así que nos fuimos en busca de música mainstream.

Por suerte o desgracia, Niepolda estaba hasta los topes así que, tras intentar entrar en 3 locales y encontrar a la tropa de los madriles, nos volvimos a la resi mientras amanecía. Otra cosa no, pero he de admitir que Wroclaw tiene bonitos amaneceres.

El resto, TFG, días nublados, lavadoras, cocinillas y limpiezas de cuarto. Y quedadas de pasillo, eso siempre.


Un besi en la fiente.


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