Analógico

Hola 2018. Casi un mes me ha llevado volver a escribir. Siendo sincera, tengo más poemas en borrador que en mi cabeza.

2017 fue. Raro, inesperado, impaciente y truculento. Fue un año de primeras cosas. Año de ser adulta. Año de independencia, problemas existenciales y llantos. Decepciones y descubrimientos. 
Joder, sueno como una revista del corazón.

Analógico

Soy contradicción,
y siento los polos quebrarse en mi estómago,
siento lascas fundirse en mi vientre,
siento fuerzas que se van a evaporar.

Soy contradicción,
desde que tengo conciencia,
y me nace esta indecencia,
de no saber ni querer parar.

Y es que quiero huir,
pero solo para poder valorar mi hogar,
y necesito correr lejos,
porque luego solo pienso en llegar.

Y escribo en el norte de mis ideas,
con las yemas de los dedos rozando mi horizonte,
con los ojos de mis sentidos apuntando hacia delante,
hacia el sur y los trópicos donde reina el mar.

Y me quiero dejar llevar,
pero mi TOC me lo impide,
y el caos me susurra que es anárquico y justo,
y mis venas aullan queriendo parar.

Y no sé qué hacer,
a dónde ir,
qué pensar 
o qué sentir.

No sé si correr,
si parar,
si anclarme en el presente
o echar la vista atrás.

No sé,
y nunca supe,
ni he sabido,
ni sabré.

Soy contradicción,
y me contradigo al afirmarlo,
me maldigo sin pensarlo,
siento y espero a empezar.




2017 ha sido jodido. No el año más jodido, pero si un año algo agridulce. Ha sido el aprender que ser adulta significa pagar Spotify premium, y las facturas. Agua, luz, gas y billetes de tren, bus y avión.
Empecé el año perdida. A punto de tirar la toalla y volver a mi tierra, resignada, a vivir chupando del bote mientras me pagan una miseria en un curro de mierda.

Casi dos meses después firmé mi primer contrato indefinido en publicidad. Y empezó otra etapa agridulce. Currar en lo tuyo mola. Agencia chula, contrato indefinido - lo repito porque incluso me parece sorprendente- sentirte valorada, fiestas y viajes donde está tó pagao.Buen rollito y peña joven. Suena de coña, ¿verdad?

¿Y si te digo que curro en algo que odio? Cada día recuerdo a la María de 21 años en las prácticas universitarias, quue se prometió que jamás trabajaría en SEO. Suena a coña esta vez.

Sin duda, siento que alguien controla las cuerdas que me hacen ser parte del rebaño y parece que se está meando de mí. Que lo hace queriendo. Que escuchó cada uno de mis promesas en silencio, esas de universitaria proletaria, feminista, independiente, soñadora y luchadora, donde dices que jamás venderás tu alma y tu arte al consumismo y al capitalismo. Que jamás currarás para empresas que van contra tus principios. Que no te levantarás cada mañana para dar lo mejor de ti en un puesto que no te aporta nada creativamente.

Y aquí estoy, dos años más tarde, rompiendo cada una de mis promesas. Parece que ser adulta es enterrar todo lo que cimentaste de joven solo por el mero echo de hacerte entender que, a veces, ni todo es tan bonito ni la mierda huele tan mal.

Aún así, no me arrepiento de mis acciones y decisiones. Bueno, quizás me arrepienta de darle al pirriaque demás en las fiestas de empresas - estoy aprendiendo. Pero no me arrepiento de currar en lo que curro, porque he aprendido, crecido y cambiado.

Y 2017 vino con viajes, que parece ser de lo poco que me mantiene alerta. Vuelta al norte donde echo raíces cada vez que aterrizo, para ir a bodas donde no pinto ni con brocha gorda. Viaje a Berlin para ver a mi alemana favorita y enamorarme, como no, de la ciudad. Y escapadas a Londres, Liverpool, Chester o Blackpool para perseguir al sol, buscar campiña y catetismo. Y el viaje a Tenerife con la ofi para entrar por todo lo alto en la agencia.

Y vuelve a casa por feria y Navidad. Y sé la comidilla de los almuerzos, la que hizo carrera en la Inglaterra, pero chiquilla vuelve que hace frío y allí no hay ni picos ni jamón. Pero chiquilla no vuelvas que aquí no hay curro y allí, al menos, la calidad de vida es mejor.

Sin duda, 2017 ha sido mi curro, mi agencia y mi lucha interna. Y de poemas y planes fallidos.

2018 ha empezado de resaca y volando a Manchester con un sentimiento de no pertenencia que ma hace sacudirme el frío de las entrañas.

Solo pido que este año no sea mi curro, ni mi agencia ni mi lucha interna. Solo quiero que sea mi. Y míos.

Besis en la fiente.

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